Responsabilidad
Es muy importante, ya que confías en las personas que obtienen estos valores
porque sabes que nunca te fallarán ni defraudarán. La responsabilidad es asumir las
consecuencias de nuestros actos. Gracias a ella se puede convivir de una mejor
manera ya sea con la familia, amigos y demás personas. Ésta también está relacionada
con los principios que tiene cada ser humano al actuar de forma libre y por
voluntad propia sabiendo diferenciar lo bueno de lo malo. La
responsabilidad comienza contigo mismo, al hacer lo que crees conveniente y al
cumplir tus compromisos y metas propuestas.
La responsabilidad se puede lograr sí:
- Asumimos y tomamos decisiones adecuadas.
- Cumplimos con la parte que nos corresponde en un trabajo en equipo u otro compromiso.
- Buscamos soluciones a los problemas y asumimos las consecuencias.
- Cumplimos de forma adecuada en cuidar, preservar y mejorar el entorno natural.
Cómo llegar a ser responsable?
1. La persona responsable responde por sus actos. Por eso piensa antes de actuar y mide sus consecuencias.
2. Es responsable quien asume en forma cabal todos sus deberes y ejercita todos sus derechos.
3. “Lo que hay qué hacer se hace” –afirma Josemaría Escrivá, en Camino,- “sin vacilar, sin miramientos”, Responsabilidad es cumplir con el deber.
4. Excusarse, justificarse, buscar pretextos o eludir compromisos, son faltas de responsabilidad.
5. Ser responsable implica tener iniciativa. No es simplemente hacer lo que debo, sino emplear toda la inteligencia para hacerlo de la mejor manera.
6. Valorar las cosas importantes, ser conscientes de las repercusiones de los actos y huir de la frivolidad, son manifestaciones de responsabilidad.
7. Las consecuencias de los actos hay que asumirlas siempre, aunque la acción sea involuntaria.
8. Cuando voluntaria o involuntariamente hemos causado un mal a alguien, se debe resarcir el daño, sobre todo si el daño es contra la fama o el honor de alguien.
9. Otros valores relacionados con la responsabilidad: la prudencia al decidir y la justicia para dar a cada uno lo que le corresponde.
10. ¿A quién hay que responder de nuestros actos? A nosotros mismos, a la familia, a la escuela y a la sociedad.
Honestidad
La honestidad es un valor que nos ayuda a tener una conciencia limpia y tranquila. Consiste en expresarse con sinceridad y hablar siempre con la verdad, las personas honestas nunca dicen mentiras. Es un valor de suma importancia. Toda empresa o actividad social requiere de acciones concertadas, no es sólo ser franco y tener la capacidad de decir la verdad, sino en hacer un trabajo honesto para recibir una paga honesta.
Honestidad es sinónimo de verdad, realidad y autenticidad. Al ser una persona honesta te tienes respeto a tí mismo y a todos los demás, si eres deshonesto no tienes respeto por nadie ni por nada. Se debe practicar todos los días para que se convierta en un hábito, comenzando desde las pequeñas cosas llegando a lo más grande, así llegarás a ser una persona honesta y querida por los demás.
Tener estos valores abre puertas a tu vida, todos confiarán en tus acciones y en ti como persona, pero lo más importante serás alguien de respeto y siempre estarás bien contigo mismo. Estar rodeado de paz y tranquilidad es lo mejor que puedes tener y eso será debido a tus valores, a la actitud que tomes en cada situación que se te presente y a la responsabilidad que tendrás al realizar lo que te propongas.
Honestidad
La honestidad es un valor que nos ayuda a tener una conciencia limpia y tranquila. Consiste en expresarse con sinceridad y hablar siempre con la verdad, las personas honestas nunca dicen mentiras. Es un valor de suma importancia. Toda empresa o actividad social requiere de acciones concertadas, no es sólo ser franco y tener la capacidad de decir la verdad, sino en hacer un trabajo honesto para recibir una paga honesta.
Honestidad es sinónimo de verdad, realidad y autenticidad. Al ser una persona honesta te tienes respeto a tí mismo y a todos los demás, si eres deshonesto no tienes respeto por nadie ni por nada. Se debe practicar todos los días para que se convierta en un hábito, comenzando desde las pequeñas cosas llegando a lo más grande, así llegarás a ser una persona honesta y querida por los demás.
Tener estos valores abre puertas a tu vida, todos confiarán en tus acciones y en ti como persona, pero lo más importante serás alguien de respeto y siempre estarás bien contigo mismo. Estar rodeado de paz y tranquilidad es lo mejor que puedes tener y eso será debido a tus valores, a la actitud que tomes en cada situación que se te presente y a la responsabilidad que tendrás al realizar lo que te propongas.
reflexion
El aprendiz de brujo
En un inmenso castillo vivía un hechicero que se dedicaba al estudio de las fórmulas mágicas. No permitía que nadie fuera a visitarlo y sólo aceptaba la compañía de su joven ayudante, Daniel, un jovencito moreno y espigado que no entendía lo que hacía su maestro.
En una ocasión, el mago tuvo que salir a un largo viaje en busca de plantas para una fórmula secreta. Antes de partir le hizo recomendaciones a Daniel: no debía abrir la torre donde él trabajaba, ni tocar sus libros. También le encargó que limpiara algunas habitaciones del castillo.
—Es una gran responsabilidad, pero sé que podrás cumplirla —le dijo.
Los primeros días Daniel siguió las instrucciones. Pero dos semanas después comenzó a sentir fastidio por las tareas de limpieza. Así que una tarde subió a la torre. Sobre la mesa halló el libro con las anotaciones del mago. Emocionado por pensar podía ser un hechicero, se puso la túnica de éste y, subido en un banquito de madera, comenzó a leer. No entendía las palabras, pero las pronunció en voz alta sin darse cuenta que eran mágicas. De repente, la escoba y el balde se presentaron y se pusieron a sus órdenes.
Daniel se asustó un poco, pero pensó aprovechar la situación. Para limpiar tenía que cargar agua, y le daba flojera. Así que les dio instrucciones de hacerlo.
El balde y la escoba iban y venían, iban y venían. Después de algunas vueltas ya había agua suficiente y Daniel les pidió que no trajeran más. Pero como sólo entendían palabras mágicas no le hicieron caso y siguieron trabajando.
Al cabo de un rato el agua cubría el piso y corría escaleras abajo. Llenó las habitaciones e inundó el castillo pero el balde y la escoba no se detenían. El líquido le estaba llegando al cuello y los objetos del laboratorio flotaban a su alrededor. "¡Auxilio!" gritó el joven aprendiz.
En ese instante apareció el brujo. Vio lo que estaba pasando y pronunció las palabras necesarias para resolverlo. El hechizo se detuvo y pronto todo estuvo bajo control. Instantes después el mago reprendió a Daniel: "Antes que aprender magia y hechicería, tienes que aprender a cumplir con las responsabilidades que se te encomiendan".
En un inmenso castillo vivía un hechicero que se dedicaba al estudio de las fórmulas mágicas. No permitía que nadie fuera a visitarlo y sólo aceptaba la compañía de su joven ayudante, Daniel, un jovencito moreno y espigado que no entendía lo que hacía su maestro.
En una ocasión, el mago tuvo que salir a un largo viaje en busca de plantas para una fórmula secreta. Antes de partir le hizo recomendaciones a Daniel: no debía abrir la torre donde él trabajaba, ni tocar sus libros. También le encargó que limpiara algunas habitaciones del castillo.
—Es una gran responsabilidad, pero sé que podrás cumplirla —le dijo.
Los primeros días Daniel siguió las instrucciones. Pero dos semanas después comenzó a sentir fastidio por las tareas de limpieza. Así que una tarde subió a la torre. Sobre la mesa halló el libro con las anotaciones del mago. Emocionado por pensar podía ser un hechicero, se puso la túnica de éste y, subido en un banquito de madera, comenzó a leer. No entendía las palabras, pero las pronunció en voz alta sin darse cuenta que eran mágicas. De repente, la escoba y el balde se presentaron y se pusieron a sus órdenes.
Daniel se asustó un poco, pero pensó aprovechar la situación. Para limpiar tenía que cargar agua, y le daba flojera. Así que les dio instrucciones de hacerlo.
El balde y la escoba iban y venían, iban y venían. Después de algunas vueltas ya había agua suficiente y Daniel les pidió que no trajeran más. Pero como sólo entendían palabras mágicas no le hicieron caso y siguieron trabajando.
Al cabo de un rato el agua cubría el piso y corría escaleras abajo. Llenó las habitaciones e inundó el castillo pero el balde y la escoba no se detenían. El líquido le estaba llegando al cuello y los objetos del laboratorio flotaban a su alrededor. "¡Auxilio!" gritó el joven aprendiz.
En ese instante apareció el brujo. Vio lo que estaba pasando y pronunció las palabras necesarias para resolverlo. El hechizo se detuvo y pronto todo estuvo bajo control. Instantes después el mago reprendió a Daniel: "Antes que aprender magia y hechicería, tienes que aprender a cumplir con las responsabilidades que se te encomiendan".